Según el mismo Gustavo Cordera, el día "más odioso" de la semana es el martes; que mejor que realizar un ciclo presentando su primer material solista los martes del mes de marzo.

Para las dos presentaciones que cubrió el equipo de MidRocKga, la canción que inicia “Suelto” –Aprendió a esquivar- fue la elegida para dar el puntapié inicial al show. Ante una Trastienda con casi 500 personas que ansiaban escuchar el material nuevo del cantautor, la banda realizaba un despliegue por demás interesante: con Marcelo Predacino que se mostró primero tocando el charango para el primer tema sobre la izquierda del escenario y con Martín Pomares con la guitarra eléctrica sobre la derecha (el show del martes 9 ya que el 16 no estuvo). El hit Me la juego a morir colocó en sintonía a los espectadores que bailaron y se animaron a saltar en la noche del martes al compás de Cordera que movía su silueta con su guitarra a cuestas; clima que continuó: Aprendió a volar –que cuenta con un flamante video que ya ronda los principales canales de música- volvió a ubicar en las primera filas a Predacino que daba cátedra con su guitarra acústica.

El Gran Rex fue un capricho. Para mí la verdadera presentación es esta: ya se siente que saben los temas, que les llega. Muchisimas gracias” se expresaba Cordera previo a Ansiedad de buscar y Volátil que resultó uno de los puntos más altos del concierto, en el cual la banda supo poner sobre la mesa la calidad y talento que posee. No obstante no fue lo único que dijo: resultó muy duro con una persona que estaba presenciando el show luego de que le pidiera a gritos que se sacara la boina que portaba en su cabeza: “Vos te podes retirar. Vos y todos los demás que me gritan son parte del pasado”. Y como para no continuar interpretando mensajes entre líneas, Almas Armadas – “(…) no hay ciclo sin disolución aunque lo nuestro fue una eterna venganza…”- cayó como un balde de agua para los bersuiteros más asérrimos, que sería seguida de Confío.

Sospechas, victimización, reclamos” continuaba el cantante mostrándose por demás verborrágico; pero como excelentemente diagramado, llegó el segmento --como diría Capusotto- “una que sepamos todos”. Así llegó la conmovedora versión de Un pacto que solventó sus cimientos en los coros de Cecilia “Meni” Sbarbatti, Stella Maris Céspedes y Daniela Gonzalez.



Para seguir contentando al publico, la renovada Mi caramelo en formato reggae hizo bailar a la gente. Podemos abrir un paréntesis en este momento: la noche del martes 9, el Pelado invitó a Germán “Condor” Sbarbatti a cantar con él Murguita del sur de manera improvista, que conquistó el corazón de la gente; más aun cuando, tan oportuno como siempre enfatizó: “Más vale que ustedes que están gritándome cosas sean los primeros en comprar las entradas cuando volvamos”. La soledad, también interpretada por De Bueyes en un formato rocker, volvió a la atmósfera pop de la mano de Cordera concluyendo los temas de la banda que lo vio llegar al estrellato.

El siguiente tramo del show se compuso de temas nuevos, incluso inéditos y sin registrar en SADAIC, según el mismo compositor: así prosiguieron Iriscencia, Es real, Huguito en retirada (en homenaje al conocido personaje al que nombra La Bolsa, de Bersuit) y Rosaura, la canción que le compuso a su planta de marihuana luego de esta vuelta de tuerca a una faceta ecologista. “Se cae el capitalismo por falta de corazón, para amar hay que saber que tener no es amor” cantaba Cordera junto con Pepe Oregioni (guitarra acústica) preanunciando las últimas canciones del show. Para diferenciar el espectáculo, el último martes se incluyó No hay monstruos invensibles, con la presencia de Yanella Cordera y su angelical voz que fue recibida con muchos aplausos.

“¡Vamos que llegaron las cumbias!” dijo el Pelado convirtiendo a La Trastienda en un boliche bailable con La Bomba Loca y Asalto de Cumbia que dejan en claro las raíces mismas del músico oriundo de Avellaneda. El concierto necesitaba algo más para cerrar acorde al clima que se vivía. Sencillamente fue la elegida, retornando otra vez al mundo Bersuit, pero esta vuelta llegando en forma de un ska bien bailable. La gente se fue satisfecha ante una nueva presentación de Gustavo Cordera, que cada vez logra con su banda mayor prolijidad y encuentra la senda que desea transitar para lograr el sonido que busca. En pleno momento de exploración, tanto él como su banda, ha llegado a un gran nivel y por más que las quejas y reclamos con respecto al octeto que hace tres años llenó River, cada vez son menos esas voces que se acercan a verlo y más adeptos que apoyan desde muy cerca el proyecto que hoy emprende.


Crónica y Fotos: Martín Ciraolo

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