El mes de marzo parecía de arranque ser un mes “bersuitero”. Con el comienzo del mes y las presentaciones del ciclo de Gustavo Cordera en La Trastienda, se abrió el telón. El segundo plato iba a ser Juan Subirá. El tecladista desde el comienzo de su carrera solista prefirió alejarse de lo masivo, por lo que esta vuelta el lugar de turno sería Ultra Bar.

La gente de a poco comenzó a llegar al bar del barrio de Retiro: una entrada con puertas de vidrio y un salón que oficiaba de comedor, antes de pasar al fondo donde se encontraba el escenario y las mesas que ocuparían los espectadores. Lleno; poco más de cincuenta personas asistieron al concierto sin tener idea del lugar privilegiado que estaban ocupando; privilegio que se pondría a la luz del día sobre el desarrollo del concierto.

Pasadas las diez de la noche, la banda subió a escena y abrió el show Nano Campoliete que, con guitarra a cuestas, cantó a dúo Al borde junto a Subirá. La gente sentada, con sangre rockera no toleraba estar sobre sillas, incluso un gran puñado llegó a pararse y a corear cada nota que provenía del teclado de Juan en El tango que no silbó (quién hubiese pensado que la gente hiciese eso en una canción de ese género). Ya la gente se había aclimatado, no obstante, bien al estilo Subirá, el tandem Ausente por libreta y Los duros de siempre cayeron como dos grandes canciones a apreciar, no tanto para el “agite”.

Algunas caras conocidas rondaban el lugar mientras la banda desarrollaba su set. Set que no podía contener temas de la banda que llevó al tecladista a las primeras planas de la escena del rock nacional. A diferencia de Cordera o de De Bueyes, Subirá opta por lo más oscuro de Bersuit: así llegó una exquisita versión de Pájaro Negro cantada por Campoliete y la delicada Hecho en Buenos Aires que estuvo a cargo de la voz del bajista del grupo, Miguel Suárez.

La gente estaba extasiada. Había que frenar o potenciar esa adrenalina. La banda optó por invitar a Frichi Fridman para cantar Ezeiza –canción de Guardia Hereje- y llenar de contenido social la presentación. Norberto Póquer se sumó con su flauta para una gran versión de Los elefantitos, en otro momento épico de la noche recordando un clásico de Bersuit.

Ahora vamos a hacer el ‘Sector Hugo’. Ustedes saben que teníamos un Huguito bueno y un Huguito malo” decía Subirá, mientras retornaba Fridman para entonar proveniente del disco "Fisura Expuesta", La Milonga del Plomero que hizo bailar a más de uno. Y así como lo hiciera Cordera, Juan también le dedicó una canción a Hugo Gorostidi (conocido tras la canción La Bolsa): Réquiem para Huguito malo. A continuación, un poco de reggae de la mano de Obstinato, para cerrar el bloque.

El ánimo general era por demás bueno. Sin embargo, que Juan Subirá invitara a Pepe Céspedes (que se sumó en el bajo), y al duo Daniel Suárez-Germán Sbarbatti a cantar Somatizando (del disco de inéditos "Lados BV" de Bersuit) que le devolvió las esperanzas a los bersuiteros de volver a ver reunidos a su banda favorita. Y eso no fue todo: acordeón para Campoliete y de la galera salió Negra Murguera que llegó desde "Hijos del Culo" en un excelente formato musical que se convirtió sin dudas en el momento más alto de la noche.

Acomodamos unas cosas y después seguimos” dijo Subirá. La gente deliraba ante semejante espectáculo. Pero, habría un factor sorpresa más: esas caras conocidas que andaban rondando se dieron a la luz. Así Osky Righi subió al escenario a acomodar una guitarra. Los ojos de los presentes cada vez más atentos, mucho más cuando Carlos Martín se sentó frente a la batería y Alberto “Tito” Verenzuela aparecía desde la izquierda calzándose la guitarra eléctrica. ¡Era Bersuit Vergarabat sin el Pelado Cordera para el deleite de poco más de cincuenta personas! Con esa formación, a duo Sbarbatti y Suárez cantaron Salvavidas de Plomo que no paró de recibir aplausos. Las mesas ya estaban a un costado y toda la gente recostada sobre el escenario. Si había que agregar un condimento más, fue convocado Hector “Limón” García para Clásico Día y cerrar a todo trapo.

Mucha gente conmovida, muchas lágrimas; algarabía, felicidad, incredulidad. Sensaciones mezcladas ante semejante concierto. El show ya se terminaba y aunque la gente quería más, había cobrado su cuota bersuitera. Solo restaba Victoria Clara y ese claro mensaje en repudio a la última dictadura militar y a la desaparición de personas. Un show increíble: prolijo, con momentos de excelsa calidad sonora y plagado de sorpresas; sorpresas que pocos pudieron presenciar, tan loco como ver a los Bersuit juntos por un rato, y viendo en las expresiones de sus rostros, que la estaban pasando tan bien como los de abajo.


Nota y fotos: Martín Ciraolo

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