Las luces se apagaron, tras un aluvión de gente que entró sobre la hora. Algunos desprevenidos  que estaban en la barra, volvieron corriendo para el campo (si, había barra). Dani Suarez y Germán Cóndor” Sbarbatti, empezaron a esbozar las primeras notas del coro que abre Huayno 14 primer tema del disco nuevo “El Baile Interior”.  De esta manera, Bersuit Veragarabat volvió al Luna Park al momento de cumplirse nada más y nada menos que 10 años del lanzamiento de La Argentinidad al Palo –sin dudas, una de las mejores producciones de su carrera-.

A priori, como lo hacen la mayoría de las bandas, se esperaba un primer buen tramo de temas del disco en cuestión. Pero no. Primer revés de la noche, y quizás de lo más destacable: Espíritu de esta selva volvió a sonar, y para los ortodoxos que disfrutan tanto de escuchar Don Leopardo, fue una de las primeras perlas de la noche. Pero no quedó ahí: Cambiar el alma, pasó desapercibida por culpa de Hay pelado para todas, una cumbia interesantísima del último disco, que tiene la esencia misma, eso tan característico de Bersuit en a lo largo del tiempo.


Tan característica como la voz de Hector “Limón” García, alguna vez cantante de Vía Varela (¿volveremos a verlos en vivo algún día?) hoy avocado al tango y su proyecto Rascasuelos, para aportar toda su presencia en A los tambores.

Intercaladas La Soledad y Para Bailar –a cargo de la voz de Albertito Verenzuela, canción rompe con lo estilístico en cuanto a la variedad de géneros que abarca la banda- llegó La vida boba. Punto a resaltar: la puesta en escena. Tras la batería de Carlos Martín, una tarima de casi dos metros de alto con una pantalla de fondo. Por la tarima desfilaron algunos bailarines, que le dieron otro toque a la canción (no olvidamos que Para Bailar fue enganchada con Laten Bolas siguiendo esa línea pop poco común).


Una serie de círculos se fueron abriendo a lo ancho del campo. La gente se preparaba para el descontrol y el pogo en su máxima expresión con Mariscal Tito (Nota del Autor: recuerdo haber hecho lo mismo diez años atrás en los gloriosos Luna Parks de La Argentinidad, como pasa el tiempo!). Pero en ese vaivén de sube y baja en cuanto a la intensidad, al estado de ánimo, a los ritmos, los géneros, la puesta en escena… para algunos pocos que la conocían, tocaron Canción de Juan, con Charly Bianco de invitado –guitarrista de la primera formación de la banda- quien se quedara para la siempre tan bien recibida El tiempo no para.

Verenzuela al micrófono para cantar Ades tiempo, también de la placa que cumple diez años. Con la atmósfera provocada por ese tema, se hizo un gran silencio. Dani Suárez, y punto aparte para resaltar sus dotes vocales, secundado por Nano Campoliete (hombre orquesta) realizaron una exquisita versión de Te para Tres en homenaje a Gustavo Cerati en relación a su reciente fallecimiento, culminando así con la primera mitad del show.

Tiempo de “Hijos del Culo”: el tándem Desconexión sideral y Veneno de humanidad calzaron como anillo al dedo a la noche del Luna Park; que se vieron potenciadas por la reversionada y rockera versión de Vuelos, que fuera dedicada a Estela de Carlotto tras la aparición de su nieto pocas semanas atrás. No obstante, las revoluciones bajaron con Cuatro vientos –popularizada por la serie de tv “Sres. Papis”-. Acto seguido, No te olvides, donde Pepe Céspedes se anima a cantar (y de qué manera) y aquí pongo punto seguido, o aparte debería ser. Segundo momento de altísimo vuelo en la noche del Luna Park: Lito Vitale invitado al teclado permite que Juan Subirá pase como frontman a cantar La próxima curda. No solo desde el vamos es interesante ese juego y el guiño con “La última curda” sino que un aire tanguero, bien tanguero, logra sacarle el jugo a toda la banda, sobre todo dejando lucir a Osky Righi desde las seis cuerdas lo que lleva la canción al rock; a un rock furioso.


Patricio Bonfiglio y su acordeón se sumaron al escenario. Sobre la tarima, a unos metros de altura, le puso sus condimentos para que continuara el tango en la noche para una muy original versión de Porteño de Ley. Y como si fuera poco, la frutilla del postre: Perro Amor Explota, tercer punto fuerte de la presentación donde se vio a todo (todo todo) el estadio saltando al compás de toda la banda.

Ya promediaba el concierto. La gente además de estar a pleno con el show, iba y venía de la barra; pero hacía falta algo más. Y así lo entendió la banda: de lo nuevo, La señora, un cuarteto que levantó al estadio y El viejo de arriba, con el brillante murguero Ariel Prat en escena. “Para los buitres de afuera, y los buitres de adentro” dijo Suarez, preámbulo para Sr. Cobranza que dinamitó el campo del Luna Park. Entrometido  ese tema, ya que venía una seguidilla para bailar: Yo tomo y Me voy, que tuvo en escena a los bailarines vestidos igual que en el flamante video clip.

El show ya se iba. No quedaba mucho más. Y si diez años no son nada, y si las presentaciones míticas allá por 2004 dejaron una gran huella, no podía faltar La argentinidad al Palo. Y otra vez bajamos: así como Cerati tuvo su homenaje, el Flaco Spinetta también. Verenzuela cantó una conmovedora versión de Para Luis, último track del disco El baile interior.

Prat a escena de nuevo. Quizás, el mejor homenaje a los diez años de La argentinidad: Al olor del hogar, en una delicada y prolija versión cantada a duo entre el invitado y Suarez. Exquisito.


Y ahora sí, había que cerrar. Un tema emblema de la banda: por la música, por el contenido de su letra, por lo que genera en el público, por lo que representa ese contenido lírico en nuestra propia historia e idiosincrasia, El viento trae una copla para la despedida. Todos los invitados de a lo largo de todo el show subieron a cantar, además de que también se sumó Alejandro Caraballo para tocar el bombo, el bombo murguero que le da ese toque tan particular.

Para lo que Bersuit acostumbra fue distinto. Presentación de un nuevo material  y que no tocaran el disco completo los hizo salir de ese esquema al que siempre apelan. La lista fue variada, con canciones de (casi) toda su discografía. Y si bien es cierto que los tres Teatros Vorterix en los que festejaron sus 25 años y repasaron su repertorio de pies a cabeza, dejaron la vara muy alta, el show tuvo lo justo y necesario. Bien craneado, bien distribuido, con altos y bajos en los climas. Cambiando siempre para seguir siendo igual, la banda sigue demostrando que a pesar de no contar más con el tipo que estuvo al frente durante casi 20 años, está tan vigente como siempre.  

Crónica por Martín Ciraolo

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