El sábado 23, la localidad de Jesús María, Córdoba, vio alterada su clama. Tras haber finalizado el popular Festival de Folklore y Doma que se realiza año tras año en el Anfiteatro José Hernández, la ciudad cambió de color.
De golpe, 20 mil visitantes inundaron las calles, el boulevard, el río y cada una de las veredas de la ciudad. Todos tenían algo en común, un sentimiento único, el de seguir a su banda favorita. Cada espacio libre sobre la calle principal se iba llenando de remeras y banderas con la cara del Che Guevara, la insignia de la estrella o simplemente un "La Renga" en el pecho; también aparecían los puestos de comidas y bebidas sobre ese mismo boulevard y sobre algunas casas que vendían panchos, choripanes o cerveza y eran vaciados al pulso de los micros que llegaban con más y más gente de todos lados del país.
El sol acompañaba y algunos elegían el (casi seco) río Jesús María para refrescarse, otros simplemente la sombra, pero siempre acompañados por la música de La Renga, que fue banda de sonido durante toda la tarde y en cualquier lugar que se pisara allí.

Con la caída del sol, cerca de las 20 hs., la gente comenzaba a llenar el Anfiteatro José Hernández. Mientras se esperaba el comienzo del show, la cerveza corría como pólvora y las bandas "Tres de Copas", "Volt" y "Lo peor del mundo" ocupaban la mirada de algunos pocos.
Pasadas las 21 hs., con 25000 almas llenando en su totalidad el campo y las tribunas, se apagaron las luces y, bajo un cielo totalmente despejado y cubierto de estrellas, salió a escena el trío de Mataderos. El escenario se iluminó y quedaron al descubierto los árboles de la fantástica puesta en escena (una más y van) con las que siempre sorprende La Renga.
El primer tema en sonar fue "El monstruo que crece", de Truenotierra. Aquí hubo muchos problemas con el sonido, pero luego mejoraría en los siguientes temas. "Desnudo para siempre (o Despedazado por mil partes)" logró la primera explosión de la noche, con todo el estadio coreando el tema.
Tras acomodar el sonido y subir el volumen, Chizzo saludo con un "¡buenas noches!" y siguieron con su faena. Los siguientes temas en sonar fueron "Tripa y corazón", "Montaña roja" y"Almohada de piedra".
Chizzo Napoli nuevamente tomó la palabra, pero esta vez para avisar que se venían un par de temas que hace rato no tocaban, y ahí nomás aparecieron "El mambo de la botella", "El terco" y "El twist del pibe", que contó con un muy buen solo de Manu, que ya hace más de un año busca reemplazar a Chiflo en saxos.
Mientras las pantallas en ambos costados del escenario proyectaban imágenes de la banda mezclados con arte digital, la gente no paraba de agitar ni un minuto con esta seguidilla de temas viejos y tendrían más cuando se escucharan los primeros acordes de "En el baldío", tema que hizo estallar en mil pedazos el cuerpo de más de uno que estaba en el campo.
Un pequeño parate por una rotura de cuerdas de Chizzo justo antes de "Canibalismo galáctico", uno de los dos temas nuevas que tocaron (este ya lo habían estrenado en su último show en La Plata). Pegaditos sonaron "Triste canción de amor" (de El Tri) y una excelente versión de "La balada del diablo y la muerte", que tuvo un solo espectacular de la guitarra principal de La Renga.
El show seguiría con mas canciones viejas: una extendidísima versión de "Paja brava", con quena incluída y donde se vió el virtuosismo y la potencia de Tanque y, en otro de los momentos de la noche, una perllita sacada del arcón de los recuerdos, "Negra es mi alma, negro es mi corazón" (con el detalle de las luces apuntadas en su totalidad al público), una de las que más fuerte cantó el público renguero que se había acercado a Jesús María.
El segundo tema nuevo de la noche: "Caricias de asfalto" fue bien recibido por la gente. Se trata de un rock bien rutero que hace acordar a algunas épocas de Pappo´s Blues.
El recital ya había pasado su primera mitad y comenzaron a sonar los cantitos populares clásicos del público renguero como "una bandera que diga Che Guevara, un par de rockandrolles...". "Ya hemos recorrido parte del vuelo", anunciaba Chizzo antes de continuar con temas como "Lo frágil de la locura", "Detonador de sueños", "Ruta 40", "Oscuro diamante" y "El ojo del huracán".
Un pequeño descanso para Chizzo, Tanque y Teté, y para la gente que se recupere un poco de ese último vendaval.
A la vuelta, los rugidos del león marcaron el inicio de los bises con "Panic Show", para seguir con "El final es en donde partí", "Hey hey my my" y "La razón que te demora". Pero faltaba algo para que la comunión con la gente fuera completa, y que se cerrara el círculo perfecto que se da en cada presentación de la banda de Mataderos: "Hablando de la libertad", ese himno tan imponente que tiene ese nosequé, que solo puede notarse en cada final de recital renguero y que logra generar un ambiente que hace que todo lo de alrededor se borre y que parezca que se pasa a otra dimensión, para luego bajar los decibeles y que la viola de Chizzo quede colgada sonando mientras Tete saluda a la gente.
Final. La gente de vuelta a los micros y el despliegue inverso a la llegada. Cual tribu nómade, todos levantan campamento y se vuelve al punto de inicio, esperando que la tribu de Mataderos vuelva a hacer rugir sus canciones en algún otro punto del país.

Crónica: Facundo Pereira
Fotos: Ariel Carreras, para La Voz del Interior

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