Gustavo Cordera volvió al Luna Park, pero esta vez con La Caravana Mágica. Un repaso por su carrera solista y alternando temas del pasado con Bersuit, hicieron de la noche un espectáculo mas que interesante de ver.

El reloj daban las 21.10 cuando las luces bajaron por completo. Expectativa total. Las comparaciones son odiosas, pero a fin inevitables. ¿Cómo no recaer en lo fácil de estar con las orejas paradas ante los temas que puede tocar que alguna vez (o algunas cuantas y durante tantos años) sonaran en Bersuit? ¿Como no pispear si en calidad de solista tiene más capacidad de convocatoria que la banda que hoy sigue sin él y hace pocos meses presentará su nuevo disco en el mismo reducto? Muchas preguntas, y no hay animosidad por parte de quien suscribe tras tantos años de estar en el ruedo, de plasmar las respuestas sobre esta hoja en la que me hallo escribiendo.


De a poco la platea de estar semi vacía pasa a colmar su capacidad, y el campo lo mismo –con las cabeceras cubiertas por grandes telones negros-. De repente, Andy Kusnetzoff pisa el escenario y lo presenta de manera categórica. “Esta es la consagración de un viaje que arrancó hace 6 años (…) y los que estamos acá somos los que nunca lo dejamos”. El pasado, borrado de un plumazo; "Me la juego a morir" el primer hit de Suelto hizo vibrar al Luna Park.

Todo de la nueva producción: la seguidilla "Tenete Fe", "Canción para mi cabeza", "La caravana se siente" mostraron a un excéntrico Cordera pasear por todo el escenario. Y hago hincapié en ese punto por el hecho de la magnitud del escenario. De esta forma, Cordera sin guitarra y tan solo con su micrófono se lo vio esgrimir movimientos y actitudes a las cuales estábamos acostumbrados a verlos diez años atrás. Pero el tiempo nos pasa a todos.


A continuación, sin dudas uno de los puntos más altos de la noche. "India negra cumbia" y "Agua de río", dejando ver los dotes a la hora de Cordera compositor. Delicioso. Muy fuerte la experiencia de volver al lugar donde tantas veces ha tocado con Bersuit; el largo trecho que le costó resurgir una vez más de sus propias cenizas. Las luces se encendieron y hubo tiempo para saludar a la gente, invitarla a cantar una renovada versión de "Huguito", ese candombito tan simpático que trae al mundo de los mortales a aquel entrañable personaje que la bolsa alguna vez debió devolver. Familiera se puso la cuestión: Yanella Cordera, hija del cantautor se subió para cantar una delicada versión de "No hay monstruos invencibles", tema de la primera placa, cantada alguna vez allá lejos y hace tiempo en el Gran Rex en el lanzamiento de la carrera solista del Pelado. Stella Maris Céspedes, quien muy prolijamente hace las segundas voces y su vez es su mujer, canto a dúo "Remamos". Sólido.

Bueno, llegó el momento. Llegó la hora. Pepe Oreggioni (bajo) y Chacho Piriz (guitarra) sentados de espaldas al público. Set acústico, el Pelado al medio y con un pijama. Si, con un pijama. Desde el 9 de mayo de 2009, en el momento en el que dijo que disfrutáramos del concierto porque “iba a ser el último en mucho tiempo”, pasando por usar boinas y sombreros durante gran parte de su etapa solista, desde tener que ir al exilio musical en Uruguay, lluvia de críticas, de versiones, de historias –algunas verdaderas, otras no tanto- sobre su alejamiento de Bersuit, le volvió la hora.

En formato acústico sonaron "El tiempo no para", "La Calavera", "Qué pasó" y "El viento trae una copla" y ya con toda la banda, "Sencillamente". “Un aplauso grande para Pepe y Chacho, que tocan de espaldas a ustedes por respeto a la historia, a mis compañeros, a la banda que las vio nacer” aseveró. La voz pesa mucho. Inevitable.


El concierto ya estaba entrando en su tramo final e inteligentemente el Pelado armó todo para que termine bien arriba, con la gente totalmente desenfrenada. "El lisiadito", del volumen uno de La caravana mágica, con la presencia de Lucas Paredes como invitado, cantando mientras se sostenía de dos muletas –lindo el gesto-. El Rey, ni más ni menos que Palito Ortega, para seguir bailando cumbia. Linda versión de "No es que sea viejo", lástima que Palito no se sabía la letra o el machete pegado en el piso no fue suficiente; igual la piloteó y la gente aplaudió como corresponde.

Más fiesta: Kevin Johansen se subió con su guitarra para una divertida versión de "Hablándote" en increíble complicidad con Cordera y el público. Muchísima soltura de ambos para manejar el escenario, se notó la experiencia.

Segundo punto alto de la noche. El Pelado se retiró del escenario y entró una pareja de bailarines a bailar flamenco mientras la nostalgia de escuchar a Albertito Verenzuela invadió las pupilas y oídos de muchos, sin embargo nada importó y Gustavo y su Caravana tocaron "La del Toro". Soberbio. “Esperé 20 años esté momento” esgrimió el Pelado mientras despedía a Marcelo Cordera, su hermano quien lo acompañó en "El Baile de la Gambeta". Más fiesta: "Asalto de cumbia" y "La bomba loca", que ya contó en el escenario con Licina Picón que fue despedida del teclado temporalmente ya que fue madre poco tiempo atrás y debe avocarse a dicha tarea.


Ansiedad de buscar que parecía a priori que iba a quedar fuera de lugar para el contexto festivo del momento, calzó muy bien. Y ya para el cierre quedó "Mi Caramelo", cantada casi enteramente por el público. “No soy más que todo esto, gracias por darme vida otra vez” muy emocionado el Pelado despidió a su gente invitándola a cantar "La Soledad" y "Soy mi soberano" que, sonó increíble y la gente así lo sintió también completando el tercer momento épico de la velada. Hubo tiempo para que la banda abandonara el escenario y tras los insistentes pedidos del público, volvieran para cantar Un pacto.

Y así se fue. el Pelado volvió al Luna Park, obviamente que no con los llenos que estuvo acostumbrado durante años con Bersuit, pero para nada hay que desmerecerlo. Logró reinventarse, sacar de sus vísceras, de sus entrañas mismas, las fuerzas para poder volver a esto. Cuesta escribir desde la imparcialidad en estos casos, y sin creerme palabra autorizada digo, artísticamente, continúa siendo contundente. Mantiene la chispa, mantiene la escencia. Lo demás, es materia opinable –o no.


Crónica: Martín Ciraolo
Fotos: Facundo Pereira - Album Completo

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