Borcegos; rapados al costado; cervezas; tatuajes; rastas; militantes de partidos de izquierda; zapatillas de lona; celulares con ska sonando al palo; camperas de cuero; ex-empleados de diversas empresas difundiendo sus problemáticas; rondas de amigos hundiéndose en risas entre tragos y tragos. Todo esto sucedía en inmediaciones del Estadio de Ferrocarril Oeste. Cualquier vecino, lo primero que pensaría, es en el basural que se armaría luego del recital. En cambio, todos se sentían como en una familia: la gran familia de SKA-P que aterrizaba en Caballito para desempolvar otra fiesta.

Temprano, con el sol en la frente, y las piernas sedientas de bailar ska, la previa arrancó con Once Tiros, Karamelo Santo, Las Manos de Filippi y Jauría. Arañando las 21.30, todas esas descripciones detalladas al inicio de esta nota, estaban en conjunto en el sector de campo del estadio. Un sociólogo no podría explicarlo sino de otra manera:  SKA-P estaba por salir al escenario. Entre celulares listos para firmar, algunos colgados sentados en el piso, y otros ya listos para armar la ronda y bailar, un tren se asomaba a lo lejos en las visuales del escenario.


Automáticamente, comenzó el show de los españoles con “Full gas”, canción instrumental que abre su último trabajo de estudio, un pie espectacular para revolear las primeras piernas al aire al compás del contratiempo. Pulpul, vocalista de la banda, luego de saludar preludió: “¡QUE COMIENCE LA ESTAMPIDA!” y, precisamente,”La estampida” fue la continuación precisa para el inicio. Pegada vino “Niño soldado” y “Crimen sollicitationis”, con Pipi y su particular atuendo de monje satánico.

En palabras del vocalista principal, era el momento de recordar lo que sucedía hace 20 años atrás en la vida de Ska-p: su primer disco. “Abolición” y “Vergüenza”, con Pipi con atuendo de torero, siempre manejando el concepto de las ironías, son las canciones que se desempolvaron para esta ocasión. Sin pretexto alguno, los primeros acordes y palabras de “Cannabis” comenzaron a sonar.


Fasos encendidos, amigos cantados abrazados y todo un clima armónico para que una canción clave para la banda como ella, se  torne en un clima espectacular. La fiesta del ska, continuó con “Etts”, finalizando a los gritos con: “Estamos hasta los huevos!” una y otra vez… Remarcando el concepto de “99%”: el 1% de la sociedad, personas de un alto nivel socioeconómico y generalmente estafadores y dueños de grandes corporaciones, reprimen al porcentaje restante de la población y lo hace insertando el miedo en la gente. En el marco de esto: “Se acabó”, seguida de “Solamente por pensar”, la historia ya conocida de Carlo Giugliani, militante italiano asesinado por la policía en el año 2001. 

“¡Que suenen esas gaitas!” ladró Pulpul a Julio, quien inmediatamente comenzó a hacer sonar sus teclados y “Derecho de admisión” estalló en el predio de Ferrocarril Oeste. Ya con el público a merced del ska, llegó el momento donde la inhibición era un concepto que quedaba fuera del Estadio: “Ska-pa” y su bailable estribillo “Desahógate bailando ska… bailando ska…con sinceridad!” donde se puede asegurar que no levantar un pie se hacía bastante difícil. Seguida, llegó “Mis colegas”, pegada nomás a “Romero, el madero” para, sin cesar, continuar bailando. ¡Ska, ska y más ska!


Con un preludio preciso, referido a la lucha incansable de la Franja de Gaza entre Israel y Palestina, llegó el momento de “Intifada”, con Pipi utilizando una remera con la bandera Palestina, en apoyo a tal pueblo que sufre las consecuencias de los incesantes ataques bélicos del país vecino en cuestión. Continuado, y en relación directa con hechos de represión, representantes femeninas de naciones aborígenes dentro del territorio argentino se hicieron presentes para informar al público sobre la “1er marcha de mujeres originarias por el buen vivir”, haciendo alusión directa a actividades nefastas como la trata, la discriminación, entre otras, hacia las mujeres de dichas comunidades. Y como no podía ser de otra manera “Mestizaje” coronó este momento. Continuada, y dedicándola a la clase obrera y a todos los manifestantes de diferentes empresas que han sido despedidos, “El vals del obrero” llegaba al, momentáneo, final del show, a puro baile y canto.

Luego de 5 minutos donde los cánticos de aliento no dejaron de acompañar al silencio musical del estadio, Ska-p volvió a salir al escenario recordando 20 años atrás con ”El hombre resaka baila ska”, donde hombres, mujeres y niños, con o sin resaca, bailaron ska sin cesar. El final del show llegó con las infaltables “A la mierda”, “Kasposos” y el queridísimo “El Gato Lopez”, reforzando el final con lo denominado “Insistimos”, reiterando el estribillo de El Vals del Obrero, típico cierre en los shows de Ska-p


Así es como, rozando las 2 horas 15 minutos de show, los españoles se reencontraron con el público argentino, que siempre los espera ansiosa y cálidamente en los escenarios argentinos. Hoy un parate por tiempo indefinido los espera, pero siempre tenemos la llama encendida esperando el regreso de Ska-p por nuestros pagos.


Crónica: Federico Profitos
Fotos: Milagros Vega - Album Completo

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