Sin dudas siempre digo que Cromañón fue la espada que partió en dos mi generación. Allí conspiraron los resabios de un poder político enfermo, de un sistema corrupto y de un entramado jurídico y mediático que se ocupó de aplastar y estigmatizar a un sector social determinado al que no se le perdonó un espacio de pertenencia ligado a las clases bajas. Fue el botón de muestra de lo más ruín de la sociedad, capaz de señalar a sobrevivientes y víctimas para auto exonerarse de una tragedia que en términos sociales, nos cupo a todos. Cromañón, como patrón de conductas de acción y omisión del poder, es terreno intocado. 

La prisión de la banda así lo pretendió: generar un adoctrinamiento civilizatorio que implique la creencia de que por este tipo de hechos, los responsables penales que pagarán el precio serán los mismos jóvenes. Todo esto, de la mano de el sobreseimiento de las cúpulas, y el encubrimiento político mediático de las verdaderas causas y los verdaderos responsables.


Que aunque no somos quienes debamos desarrollar las acciones concretas y las medidas para que las cuestiones de fondo cambien, sí somos quienes podemos unirnos en pos de interpelar al poder judicial al político y al mediático y reinstalar un debate que nos permita una reflexión profunda y conjunta como sociedad, a fines de evitar que algo así se repita. Que nuestro lugar es la calle y el día a día. Que debemos luchar, porque nuestro tiempo así lo pide, y no hay nada más noble que oír el llamado de la historia.


Juano Falcone, baterista de La Caverna y percusionista de Don Osvaldo
#10añosdeCromañon

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